El Profeta Gonzalo Arango

Circa-años 60



Gonzalo Arango / Alex González
“El Pinturero”

Canta: Michael Smith

Conocen usted la historia del Pinturero?
La historia real de un torero que dio su vida por el amor al arte?


Cuando chiquito (modelo 56), tuve la fortuna de que en mi casa
teníamos una pequeña grabadora portátil de 1/4 de pulgada,
que era la que Gonzalo Arango usaba para dejar su mensaje en viva voz.
A mí también me daban permiso para grabar mis cantos y mi guitarra.
Era mediados de los años 60. Tenía yo tal vez diez años.
Esta canción se llama “El Pinturero”, canción Nadaísta que interpretaba Eliana.
La letra fue compuesta por Gonzalo Arango y la música es de Alex González.
Me la aprendí y a Gonzalo le encantaba cuando se la cantaba.
Le edité imágenes para acompañar la canción.
Michael

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LA HISTORIA DEL TORERO PARACAIDISTA Y NAUFRAGO ESPAÑOL CONOCIDO COMO «PINTURERO»

Por MAURICIO RAMÍREZ - JUNIO, 2019

El domingo 18 de diciembre de 1966 saltó en paracaídas el matador Luis Ríos desde una pequeña avioneta con el objetivo de aterrizar en la arena de La Serrezuela, vestido de azul y plata con una virgen de la Inmaculada Concepcion en el pecho, para lidiar cuatro novillos toros entre las multitud de aficionados que agitarían sus pañuelos blancos.
La tragedia de la muerte enlutó el festejo, una fuerte brisa lo empujó hacia el mar, frente al barrio El Cabrero, impidiéndole caer en el ruedo, el paracaídas se enredó en el agua y el diestro no pudo escapar a la cita con la muerte ese domingo.

El Pinturero, apodado así porque es el nombre de un pajarillo de su tierra natal Lugo-Galicia, murió ahogado y su cuerpo fue recuperado por unos pescadores que lo llevaron al Hospital Santa Clara (actual hotel) y fue enterrado el día siguiente en el cementerio de Manga en Cartagena.
Este Ícaro en traje de luces, zapatillas, montera y trastos de brega al mejor estilo de Melquíades en Macondo, se había calzado unas botas pesadas de hierro para ayudar a lograr su objetivo sin ser desviado por el aire, lo que a la postre sería una de las causas de su muerte, ahogado entre los capotes de espuma en el mar, como diría el poeta Gonzalo Arango.
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Enrique Grau lo inmortalizó en un cuadro muy famoso en donde se le ve guiado al cielo por unos querubines blancos que sobrevuelan la plaza
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